Con cada respiración, dejamos ir alguna cosa. ¿Habías pensado en ello? ¡Pruébalo ahora mismo, te llevará solo un minuto! Respira a tu propio ritmo, tomando consciencia de la exhalación. Vacíate, suelta todo el dióxido de carbono que hay en tus pulmones, en tu vida, para poder llenarte de oxígeno, para que lo nuevo pueda llegar a ti.
La respiración abre tus pulmones y también tu corazón.
Pues podría ser algo así como sentirte disponible a acoger lo que hay en ti y en lo que te rodea. Y esto no es algo que se pueda hacer desde la mente, ésta nos puede aportar la comprensión, pero es el corazón el que nos da la vivencia.
Cuando nuestro corazón se va abriendo somos más capaces de estar en el flujo del dar y el recibir, lo que podríamos señalar como algo importante para nuestro bienestar general, porque cuando este flujo se ve interrumpido todo nuestro sistema se ve afectado, nuestras defensas bajan, nos sentimos más deprimidos y menos vitales, ... en definitiva, lo podemos experimentar como un estar abiertos o cerrados a la vida.
Un corazón abierto nos puede brindar experiencias de ternura, cariño y amor; ya sea con uno mismo, con otros seres y/o en relación con el entorno y planeta en el que vivimos. El corazón es la sede donde podemos experimentar la sensación o estado de paz interior, es esa brújula que nos hace saber si todo está bien.
Ahora la pregunta es, ¿cómo hago para abrir mi corazón? Suena muy bonito, pero puede no ser tan sencillo o inmediato. Te dejamos tres pistas que usamos en la práctica del Yoga (aunque no únicamente) para que puedas seguirlas y llegar a tu corazón.
Desde la práctica del Yoga se da mucha importancia al estar presentes en el aquí y ahora, dejando de viajar mentalmente al pasado o al futuro constantemente. Mantenerse en el presente, el único momento que existe y donde todo ocurre. Abrir nuestro corazón al cambio es posible en cada pequeño gesto cotidiano.
Sigue en esta presencia curiosa y apertura a lo que quiere acontecer a lo largo del día, moviéndote de formas distintas a las que estás acostumbrado, aportando algún elemento distinto cuando vayas al baño, cuando te asees, al comer, mientras trabajas, paseas, disfrutas… Cualquier momento y cualquier acción puede ser un nuevo comienzo. Al final del día puedes anotar lo que ha sido nuevo para ti, qué vivencias puedes rescatar como válidas para seguir inspirándote cada día.
Hasta aquí hemos puesto la mirada para un nuevo comienzo hacia dentro, cultivando el arte yóguico de la presencia y la escucha. Pero todo esto no excluye el ser capaces también de mirar hacia fuera, de dejarnos inspirar por el amplio y diverso abanico de posibilidades que se manifiesta en nuestro entorno, a nuestro alrededor, en el mundo exterior.
Así que ahora te proponemos que actives otra característica yóguica: la Observación. Abre tus ojos al mundo, a lo que te rodea, y tómalo como fuente de inspiración para ti, para un nuevo comienzo. Observa con mirada neutra, con la curiosidad propia de un niño, y déjate empapar por lo que emana.
Algunas veces al interactuar con otros seres humanos aparecen nuevas ideas, visiones, nuevos proyectos. ¡Anímate a compartir, abre tu corazón al relacionarte! Sinceridad, humildad y corazón en cada encuentro. Para activar el intercambio entre almas y desplegar el Propósito.
También puedes sumergirte en una práctica yóguica que accione todo tu sistema hacia un nuevo comienzo, abriendo tu corazón para que eso suceda. Aquí compartimos este video instructivo de yoga que puede ayudarte a sentir el burbujeo interior de un nuevo comienzo, junto con nuestro YOGI TEA® Té Verde Energía para revitalizar y dinamizar todo el sistema, el corazón y los nuevos comienzos.
Muchas veces relacionamos la práctica yóguica con una flexibilidad física, y tal vez para algunos cuerpos así sea, pero no podemos reducir una técnica tan ancestral y sabia como es el Yoga a posturas y flexibilidad en nuestro cuerpo físico. Aquí nos estamos refiriendo a la capacidad de ser flexibles en el sentido de adaptabilidad. ¿Adaptabilidad a qué?
Pues los seres vivos tenemos la capacidad de adaptarnos al medio en el que vivimos: a su temperatura, clima, terreno, condiciones sociales, políticas, educativas, sanitarias, relacionales… Estamos haciendo alusión a la capacidad dúctil que tenemos especialmente los humanos para flexibilizarnos más allá de nuestros ideales y querencias para sobrevivir y vivir una vida más plena y pacífica. Cada uno de nosotros podemos abrirnos a esta posibilidad, muy ligada a la apertura de nuestro corazón.
El corazón es el que nos permite abrazar en lugar de someternos o luchar, y este abrazo no es rígido ni estrecho de miras, es flexible con lo que acontece. Desde aquí te invitamos a que puedas ir llevando tu mirada hacia tu capacidad de adaptación y te puedas hacer algunas de estas preguntas:
La invitación es a atreverse a dejar ir, soltar en la medida de lo posible, para abrirnos y entregarnos al cambio. Y siempre van a aparecer resistencias, porque lo conocido hasta ahora ocupa un gran lugar en nuestra vida. Anímate a abrirte a lo desconocido, y verás como el flujo de vida te atraviesa, porque por mucho que te resistas no puedes permanecer sin cambios. La vida es puro movimiento.